No es la primera vez que lo cruzo.
Flaco.
Desgarbado.
Consumido.
Quemado.
Con falta de cuorum para la junta neuronal.
Siempre lleva en su mano la botella de Coca.
Pasa por al lado.
Dios mio.
Apesta a bufalo.
Una estela indisoluble de un olor rancio y acre se me mete en la nariz.
Carajo cuanto hace que no se baña?
Por dios!
Me saco los auriculares... esto no me lo pierdo.
"Srbres psakeros! lesviatocar un pooko de mósika!"
O por lo menos eso parecia decir su extraño dialecto.
Sacó una armónica.
Del escupidísimo instrumento salieron un puñado de ruidos.
Se movía mientras tocaba.
Si lo viera Carmen Barbieri le clavaría un 5.
Lafauci... pfff lo descalifica.
Cuando termina dice algo.
No se le entiende.
Pasa pidiendo unas monedas.
Nadie le da.
Se puso como loco.
Se violento.
Se paró en una puerta y declamó en su lengua intergaláctica quien sabe qué.
La gente lo miraba desorbitada.
Me rompe las pelotas cuando alquien que pide se enoja porque no le das.
Porque uno se rompe el culo laburando para tener algo.
Ni en pedo le doy al loco de la CocaCola mis últimas monedas del mes.
Antes muerto.
Peor, si se empaca y putea como si fuera una obligación darle.
Una viejita asustada le tiende unas monedikas.
En el afán de capturarlas se olvida la botella.
Vuelve.
Putea un rato más.
Se aviva que no esta la botella y la busca como un perrito que no recuerda donde enterro su hueso.
"Dndes está mi Coca... No me quiere la Coca" vocifera al borde del jeroglífico oral.
Es como si tuviera un almohadón en la boca.
Mira la botella rodar por el piso y la agarra.
Putea un poco más y se va pasando por al lado mío.
Otra vez el olor.
Otra vez la baranda a animal muerto.
Llegué a Retiro y no se me había ido el olor.
Tengan cuidado.
El loco de la Coca-Cola anda suelto.
Fue visto por última vez en el tren Mitre-Retiro.
Es fácil de reconocer.
No se le entiende un carajo y anda siempre con una botellita de Coca.
Si lo ven... por favor no me avisen.
Y si lo hacen.
Me la fuman ustedes tambien.